Si nadie les espera en la parada,
hay trenes que al llegar están más lejos,
y el gesto de las caras, los reflejos,
están perdidos como mi mirada.
Reconozco la colilla apagada,
la que asesinan tus zapatos viejos,
la ciudad que llenaste con espejos
por si viajaba a solas con la nada.
Pero el tiempo mutila los abrazos,
hoy el amor se pierde en crucigramas,
los labios no se llaman, sólo mienten.
Se deshicieron todos nuestros lazos,
no quedan notas en los pentagramas
para dos corazones que no sienten.
domingo, 10 de octubre de 2010
La ciudad de los espejos
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