miércoles, 23 de mayo de 2012

Arma arrojadiza


Incluso a las piedras 
el aire les hace daño
cuando abandonan la mano 
que supo acariciarlas…


De todas formas,
lo peor será atravesar
el cristal de la ventana.
Después, unos metros
de caída libre
para hundirme
(¡plof!)
en las aguas
de un estanque que verdea.

A mí también me gusta
hacer rebotar las piedras.
A veces soy mano…


¡Lánzame!
Hoy

quiero ser piedra­­
.
.
.

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